Muchos inmigrantes hispanos que trabajan en restaurantes y ya pueden vacunarse contra COVID-19 en Nueva York celebraron esa noticia el miércoles, mientras que otros dijeron que no se apresurarán pues temen posibles efectos secundarios y, según activistas, hay a quienes les preocupa sufrir repercusiones migratorias.
El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció el martes que otorgaba a cada condado el poder de agregar a los taxistas y trabajadores de restaurantes en la lista de personas que se pueden vacunar. El alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, no se lo pensó dos veces.
“Nuestros trabajadores son el motor principal que mantiene nuestra vida diaria en los momentos más difíciles”, escribió De Blasio en español en su cuenta de Twitter el miércoles. “A partir de ahora, los que trabajan en restaurantes y manejan taxi ya pueden recibir la vacuna contra el coronavirus”.
Eleazar Cordova, una mexicana de 43 años que es dueña y además trabaja en un restaurante llamado Pablito’s Taqueria en Brooklyn, dijo sentir “mucha satisfacción”.
“Por un lado da miedo, pero al mismo tiempo hay que tener fe en Dios, de que nos va a ayudar (la vacuna). Nos va salvar de mucha enfermedad”, dijo Cordova, quien recientemente sufrió la muerte de su suegro y su suegra por COVID-19 en México.
“Yo tengo mucha fe en que primeramente no nos pase nada”, dijo la madre de tres hijas en referencia a posibles efectos secundarios o molestias tras ponerse la vacuna.
Según un informe de septiembre de la oficina del contralor del estado de Nueva York, los hispanos representan un 44% del total de trabajadores de restaurantes en la ciudad, lo que se traduce en el mayor bloque de empleados de estos establecimientos. El mismo reporte señala que en 2018 un 60% de los trabajadores de restaurantes en la ciudad eran inmigrantes.
Los hispanos, junto a los afroamericanos, han sido de los grupos más afectados por COVID-19 en Nueva York, con un alto número de fallecimientos. Sin embargo, hasta ahora, el 48% de los residentes de la ciudad que han recibido al menos una dosis de la vacuna son blancos, según datos municipales recientes.
Tan sólo un 11% de las dosis administradas en Nueva York han sido recibidas por afroamericanos y un 15% por hispanos a pesar de que los afroamericanos y los hispanos representan un 24% y un 29% de la población de la ciudad, respectivamente.
Para Axayacatl Figueroa, un mexicano de 42 años que lleva más de un década trabajando en la cocina de un restaurante vietnamita de Brooklyn, la vacuna es una buena noticia.
“Es una oportunidad de tener un poquito más de salud”, dijo. “Desde el momento en que nacemos nos ponen vacunas. No hay de otra”.
Yareli Adán, otra mexicana que trabaja en Pablito’s, no está tan segura.
“La verdad, la verdad, no sé. Honestamente me da miedo vacunarme, pero sé que soy trabajadora esencial entonces creo que lo tendré que hacer”, dijo la joven de 21 años.
Portavoces de la ciudad dijeron que las personas que califican para la vacuna debido a su empleo deben demostrar que éste les fuerza a estar en contacto con el público y que trabajan en Nueva York. El estatus migratorio no se pregunta a las personas que van a vacunarse. Pueden mostrar una carta de su empleador o un recibo de pago que diga donde trabajan, dijo Pedro Frisneda, el vocero del Departamento de Salud de la ciudad.
El acceso a la vacuna incluye a los repartidores de comida, muchos de los cuales son hispanos.
Grupos de ayuda a migrantes de todo Estados Unidos han pedido acceso a la vacuna para inmigrantes y trabajadores del campo. Algunos aseguran que hay inmigrantes que temen ponérsela debido a su condición migratoria.
Tanto Adán, Figueroa y Cordova dijeron no temer eso.
“Estoy más tranquila por el cambio de presidente de Estados Unidos”, dijo Adán en referencia a la marcha de Donald Trump y la llegada a la Casa Blanca del presidente Joe Biden. “Me siento mas segura de afrontar todo esto”.