Los picos que rodean Cortina d’Ampezzo brillan con una cantidad de nieve como no se veía desde hacía tiempo, una broma cruel de la naturaleza en un año en el que el COVID-19 paralizó la actividad en los centros para deportes de invierno.
Cortina será escenario dentro de dos semanas del Campeonato Mundial de Esquí del 2021, durante el cual avezados esquiadores se deslizarán a toda velocidad por sus laderas. Pero el mundial llenará apenas una parte de los hoteles disponibles y es poco probable que rescate los negocios de lujo de la ciudad. No se admitirán espectadores en la justa.
De hecho, el mundial será casi que un dato anecdótico en una temporada que jamás despegó ya que el gobierno demora la reapertura de los centros de esquí. El mundial ofrecerá una idea de lo que se puede esperar en los Juegos Olímpicos de Invierno del 2026 a llevarse a cabo en Milán y Cortina, pero no dará alivio económico a los negocios ni a las personas que viven del turismo invernal, que lleva casi un año suspendido.
“Lo más ridículo de todo es que produjimos nieve en noviembre porque no sabíamos que caería tanta y había que preparar las pistas”, comentó Marco Zardini, director ejecutivo de Cortina Skiworld, que normalmente opera 35 teleféricos en cuatro zonas pero actualmente tiene funcionando solo cuatro para uso de clubes locales y de esquiadores de talla mundial que tratan de mantenerse en forma.
La temporada de esquí del 2019-20 fue suspendida inesperadamente en marzo, cuando Italia pasó a ser el primer país de Occidente afectado por la pandemia. Todavía no se reanudó la actividad, a diferencia de lo ocurrido en la vecina Suiza, que autorizó en diciembre el funcionamiento de los teleféricos con ciertas restricciones, o en Austria, donde los residentes todavía pueden ir a esquiar. La actividad sigue suspendida en Francia al menos hasta fines de febrero.
En Italia, los cierres asociados con la pandemia son un duro golpe a un sector que genera 1.200 millones de euros (1.500 millones de dólares) anuales y emplea a 5.000 personas en forma permanente y a otras 10.000 durante la temporada invernal, de acuerdo con la asociación de operadores de teleféricos.
La asociación dijo que el fin adelantado de la temporada del año pasado hizo que los ingresos mermasen un 20% y que la temporada actual es todo pérdida. Si se toman en cuenta los hoteles, restaurantes y otros servicios, el sector genera 11.000 millones de euros (13.200 millones de dólares) anuales.
A la suspensión de actividades en la montaña se suman las restricciones a los viajes.
La paradoja es que la temporada del 2020/21 prometía ser histórica en Cortina y en el resto de los Alpes italianos por la gran cantidad de nieve que ha caído, se lamentó Zardini.
Durante la temporada invernal, la calle de negocios Corso d’Italia en Cortina puede competir con el Triángulo de Oro de la Vía Montenapoleone, que concentra negocios de las marcas más exclusivas en Milán. Pero no hay clientes en las tiendas y la mayoría de los hoteles están cerrados. Muchos tienen montañas de nieve en sus techos y terrazas.
En años normales, los italianos representan la mitad del millón de visitantes anuales a Cortina.
Bruno Pompanin Dimai, dueño de una tienda deportiva de Cortina, dijo que la actual temporada ha sido “un desastre”. Se consuela pensando que las empresas de artículos para esquiar no actualizarán sus catálogos, por lo que podrá vender lo que tiene.
“Con toda esta nieve hubiéramos tenido que trabajar el doble”, dijo Dimai.
Ingrid Siorpaes, dueña de un negocio de artesanías locales, dijo que las ventas bajaron un 90%. Solo visitan su tienda la gente del lugar y algunas personas que están pasando la pandemia en Cortina, donde tienen una segunda casa.
“Voy ya seguir abierta, incluso si tengo que dejar ir a algún empleado”, dijo Siorpaes. “Este negocio echa mucho de menos a los turistas extranjeros”.
La situación es la misma en los otros centros de deportes de invierno de los Alpes y los Apeninos, donde los operadores de pistas de esquí siguen absorbiendo los costos de mantener sus negocios listos para recibir una gente que tal vez jamás llegue.
Si bien la temporada de esquí dura solo cuatro meses, los negocios deben invertir en el mantenimiento todo el año, algo que el gobierno no termina de comprender, según el sector.
No ha habido ayuda del gobierno y la situación es muy desalentadora para los trabajadores. Los empleados fijos pueden cobrar seguro de desempleo por un tiempo, pero los que trabajan por temporada no pueden darse ese lujo.
Valeria Ghezzi, presidenta de la asociación de operadores de teleféricos, duda que la temporada comience el 15 de febrero, como se planea.
“Lamentablemente, debo decir la temporada está muy comprometida”, manifestó. “Puedo decir que es una pérdida total. Si abrimos en marzo, (las pérdidas) tal vez sean del 90% o 95%. No puedo descartar que algunos negocios quiebren”.