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Los strip-tease de Tampa listos para el Super Bowl

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Elizabeth Reed se presenta en el Scores Gentleman’s Club, un club de strip-tease próximo al estadio que albergará el Super Bowl, y dice que bailar usando un tapabocas es “como hacer ejercicios cardiovasculares” con la boca y la nariz tapadas.

Es incómodo y te hace sudar, además de que arruina el maquillaje. También le inquieta bailar cerca de clientes que lucen barbijos delgados.

“No es lo mismo”, se lamenta, agregando que no quiere quejarse dado que los trabajadores del campo de la salud deben usar tapabocas por horas. “Hubo que adaptarse. Ahora le doy la espalda a los clientes la mayor parte del tiempo”.

De todos modos, espera ganar unos 1.000 dólares por noche durante la semana previa al Super Bowl. Lucirá barbijos con lentejuelas que hacen juego con sus trajes.

Cuando Tampa fue seleccionada como sede del Super Bowl de este año, los dueños de los clubes de desnudistas pensaron que tendrían grandes ganancias. Ahora, sin embargo, no hay garantías. En plena pandemia del coronavirus, con la orden de lucir tapabocas y de admitir solo un tercio de la capacidad del estadio, solo 22.000 personas tendrán acceso. Además, uno de los contendientes son los Buccanneers de Tampa Bay, lo que quiere decir que habrá menos turistas de afuera que gastarán dinero en hoteles y otros negocios. Esto plantea serios interrogantes acerca de hasta qué punto el gran clásico del fútbol americano beneficiará a los numerosos “strip clubs” de la ciudad.

“Creo que habrá más clientela, pero nada como lo que se pensaba”, manifestó Joe Redner, dueño del Mons Venus, un club en el que las mujeres se desnudan totalmente a corta distancia del Estadio Raymond James. “Este COVID ha cambiado todo”.

La última vez que el Super Bowl se jugó en Tampa, en el 2009, el famoso local de Redner subió el precio de admisión de 20 a 50 dólares en la semana previa al clásico.

“La gente hacía cola y volaban los billetes de 50 dólares”, relató.

Los strip clubs enfrentan los mismos problemas que los bares y los restaurantes desde que estalló la pandemia. Fueron cerrados a principios del 2020. Cuando el gobernador de la Florida Ron DeSantis autorizó la reapertura de bares y nightclubs, algunos strip clubs empezaron a ofrecer comidas. Otros fueron más creativos: Ofrecieron las presentaciones de sus bailarinas por la internet, cobrando.

Los clubes finalmente reabrieron, pero tanto las desnudistas como los clientes deben usar tapabocas.

“No hay mucho movimiento. La gente no sale de su casa. Pero hay algo de actividad y sobrevivimos”, expresó Redner.

Reed, la bailarina de Scores, dijo que no hay tantos clientes, pero los que van gastan más y espera que ese patrón se mantenga en la semana del Super Bowl.

“Los clientes son más generosos. Quieren divertirse en serio”, manifestó.

Tampa es famosa por sus strip clubs. Todo empezó cuando Redner libró una publicitada batalla para que se permities el desnudo total de las bailarinas, convirtiéndose en un referente de la lucha por la libertad de expresión.

El rapero Wyclef Jean aludió al club de Redner en su tema del 2009 “Perfect Gentelman”. Cuando los Steelers de Pittsburgh enfrentaron a los Cardinals de Arizona en el Super Bowl de ese año había 43 strip clubs en Tampa, muchos de ellos cerca del estadio. La municipalidad prohibió a las bailarinas acercarse a menos de dos metros (seis pies) de los clientes y decenas de desnudistas fueron detenidas. En la actualidad, sin embargo, rara vez se hace cumplir esa ordenanza.

“El fútbol americano no es el único deporte de contacto físico en Tampa”, comentó el exalcalde de Tampa Bob Buckhorn.

Julio Quin, administrador de Scores, trabajó en los clubes de esa cadena en Miami durante el Super Bowl del año pasado en esa ciudad y pronostica una buena semana para ese negocio.

“Imagínese el mejor día posible y multiplíquelo por dos”, afirmó, añadiendo que el club registró 250.000 dólares en propinas para las bailarinas con billetes de un dólar el año pasado.

Scores dice que el uso de tapabocas es obligatorio y que hay dos metros (seis pies) de distancia entre las mesas. En el centro del salón hay sillas de cuero que apuntan hacia los dos palos que usan las bailarinas.

Quin admite que seguramente habrá menos clientes esta semana, pero cree que los visitantes de afuera y también los residentes de Tampa gastarán mucho dinero. Indicó que contrató algunas bailarinas de otras ciudades para generar más interés y que varias celebridades lo contactaron para organizar fiestas privadas.

“La noche previa al partido va a ser una locura”, comentó. “Va a haber una cola que doblará la esquina. Autos exóticos afuera y la alfombra va a estar decorada con billetes”.

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